miércoles, 28 de noviembre de 2012

"Labios ardientes": Las tetas de Jennifer Connelly

A finales de los 80 Dennis Hopper decidió reincidir en su faceta como director de cine. Alejado del cine experimental de sus inicios, Hopper regresó para hacer un cine de género (policíaco para ser concretos) más convencional aunque con su personal sello de outsider. Para empezar en 1988 nos entregó el clásico pandillero "Colors", en el que desmenuzaba la realidad en los ghettos de Los Angeles, después se pasó al mundo de los gangsters de más alto standing con la delirante "Camino de retorno", la cual protagonizaba él mismo junto a Jodie Foster y un elenco de secundarios de lo más variopinto, y en la que llegó a utilizar el pseudónimo de Alan Smithee (pseudónimo que aplican algunos realizadores de Hollywood cuando no les gusta el resultado de su película) para firmar la cinta. Y el mismo año (1990) en que se estrena "Camino de retorno", a medio camino entre parte de la atmósfera de esa película y el noir más clásico (tomando como modelo films como "Perdición" o "El cartero siempre llama dos veces") se pasa al thriller erótico (puesto de moda a principios de los 80 con "Fuego en el cuerpo", al que Hopper toma bastante como referencia) con "The Hot Spot", aquí traducida como "Labios ardientes".

Don Johnson y Dennis Hopper repasando el guión

"Labios ardientes" no es ni mucho menos una obra maestra, ni tan siquiera se podría considerar como una gran revitalización del género negro, más bien es un ejercicio onanísticomental con tantos ramalazos de genialidad como de mediocridad por parte de su director. Más que mostrarnos una trama bien elaborada (basada en una novela de un tal Charles Williams) o de dar una lección de lenguaje cinematográfico, Hopper se ciñe a engendrar una tórrida historia de sexo y crimen a su manera, divirtiéndose con el mundo que recrea, sus personajes y con la consecución de atmósferas.


Si la cosa sale adelante en gran parte es gracias a sus acertados protagonistas. Don Johnson (todavía con el encanto cool de "Corrupción en Miami") mantiene el peso de la película con su presencia, carisma y sex appeal, mientras que Virginia Madsen se dedica a guarrear con él de forma más que eficiente, marcándose momentazos como en el que ofrece su coño al personaje de Don Johnson en la parte de atrás de un coche (una pena que para evitar la censura este tipo de escenas se corten de forma tan seca en el montaje) y bordando cada tic y expresión de mala zorra que requiere su personaje (¿qué hubiera pasado si al final estos dos personajes hubiesen sido interpretados por Mickey Rourke y Debra Winger, como en un principio quería Dennis Hopper?). Pero sin duda la joya de la película es Jennifer Connelly, que más allá de dar un paso adelante en su carrera encarrilándola hacia un público más adulto, nos deleita enseñándonos su buen par de tetas bien puestas (quizá ésta sea la principal excusa para reivindicar esta película).


Aparte de su trío protagonista en la película también nos encontramos con rostros conocidos de los 80 y primeros 90 como William Sadler, Charles Martin Smith, Barry Corbin (muchos le recordarán por su papel en "Doctor en Alasca") o Jack Nance (habitual en las películas de David Lynch que protagonizó "Cabeza Borradora").

Un Hopper desatado tratando de emular al Kasdan de "Fuego en el Cuerpo" para saborear sin muchas pretensiones en una calurosa noche de verano.