domingo, 29 de abril de 2012

"El Siciliano": Cimino intenta imitar a Coppola


Que conste como breve apunte introductorio: Adaptar una novela de Mario Puzo (autor del guión-novela de "El Padrino") y rodar en Sicilia no significa que vayas a parir un peliculón por cojones, y este filme es una buena muestra de ello.

Como muchos sabréis, el curioso caso de Michael Cimino se remonta al año 1978, año en el cual dejó boquiabiertos a propios y a extraños con el rotundo éxito de la aclamada "El Cazador". Dos años después los estudios le dieron carta blanca y estrenó el filme más ambicioso de su carrera, "La puerta del cielo", película que se convirtió en uno de los fracasos más sonados de la historia del séptimo arte. Después de esto Cimino pasó a ser uno de los apestados de la industria de Hollywood pero, a pesar de ello, todavía rodaría en 1985 (desde la descarnada perspectiva del que no tiene nada que perder) un peliculón como la copa de un pino como es "Manhattan Sur" (la respuesta para la industria que le dio de lado a partir de un thriller policíaco en clave de nihilismo cinematográfico), en la cual pudimos ver una de las mejores interpretaciones que nos ha brindado Mickey Rourke (el compañero perfecto para cagarse en el negocio del cine). Total, que después de autorreafirmarse como realizador (aunque fuera en su faceta de outsider) y pareciendo que su dignidad se conservaba intacta, un par de años después se sacó de la manga un artefacto llamado "El Siciliano".

Con este film parece que Cimino intentó volver a ganarse al gran público con un producto de espíritu comercial, preciosista y de gran epopeya humana. Todo muy bonito, sí, pero la cosa le salió rana. Ni he leído la novela de Puzo ni conozco al dedillo la historia de ese mafioso socialrevolucionario que fue Salvatore Giuliano (cuya vida ya tuvo su adaptación al mundo del cine en 1962 de manos de Francesco Rosi), pero no creo que sea una osadía decir que el guión-adaptación de Steve Shagan (aunque el analista político Gore Vidal también echó mano de este guión, cosa que se nota en el tufo izquierdista del film que tan mal casa con ese halo de súper-héroe yanqui que, además, se pretende introducir en un ambiente de pura italianidad) es de los más ñoños e infantiles jamás escritos para una película de gangsters. Mezcla un culebrón sudamericano de los de después de comer con una rutinaria y partidista peli de la guerra civil española, condiméntala con el más cutre papel couché hollywoodiense e (aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid) intenta colar que con el film se continúa la estela de "El Padrino" y el resultado será esta película.

Siguiendo con el guión, no puedo ni mucho menos olvidar el tratamiento de personajes, tan, cómo decirlo... ¿ideal? (no sé si sería la palabra adecuada) El caso es que en Hollywood se puede convertir en Bambi al mayor de los villanos y lo de esta película roza el disparate. Lo más aventurado quizá sea que no solo es que a Salvatore Giuliano se le retrate como a un héroe del pueblo siciliano sino que, además, se pretende dar a entender que hasta sus más acérrimos enemigos le admiraban (formando así una continua comida de polla a Giuliano por parte de todo el mundo que se pasea por la película). Lo de que enamoraría a las mujeres (visto el planteamiento de la peli) era de esperar, pero hay algo aún más curioso en la historia, y es esa perspectiva filogay que acaba inundando el ambiente (no podemos olvidar que actualmente Michael Cimino se llama Elizabeth Cimino) representada con vehemencia sobre todo por la figura de ese capo mafioso (aunque el mejor amigo del prota, interpretado por John Turturro, tampoco se queda corto) el cual le adora y le perdona todo y que, aunque no se diga a las claras, vive enamorado (iba a decir en silencio, pero en realidad sería más correcto decir a gritos) de él. Pero si no fuera poco encontrarse con que ese carismático e insuperable adonis de mediados del siglo XX (panacea de la perfección, del idealismo y la astucia) termine siendo un personaje tan básico, para rematar el paripé contamos con el hecho de que esté interpretado por "la alegría de la huerta"Christopher Lambert (que venía de gozar la mieles del éxito gracias a "Los Inmortales" y que tal vez por eso algún productor debió pensar que elevaría el nivel de la cinta), capaz de pasarse con el mismo careto unas dos horas y media de película (para que luego digan del Chuache en "Terminator"). En cuanto a personajes solo destacaría al de ese aristócrata al que da vida Terence Stamp (perfectamente interpretado por el británico), personaje de vuelta de todo y el único que no se casa con nadie, y que en su actitud de máxima paz interior e inalterable serenidad nos deja con sentencias como: "Tú no odias a las personas como yo, odias no poder ser como yo."

El impertérrito rostro de Christopher Lambert.

En fin, un cúmulo de desatinos en el que no podía fallar la falta de rigor histórico, el maniqueísmo, los tópicos y, en definitiva, el atrevimiento. Y, de los múltiples atrevimientos que se dan a lo largo de la extensa película, destaco ese detalle final en el que en la tumba del presentado como héroe siciliano podemos leer eso de: "IN LOVING MEMORY"!!


¡Viva l'Italia e viva Lamerica per sempre!